28/10/2021 09:35 - opinión de Eduardo Vior

Segundas partes nunca fueron buenas

El analista internacional Eduardo Vior recorre la historia y la actualidad del conflicto que enfrenta a los gobiernos de China y Taiwan, y describe el rol de los Estados Unidos en el clima de tensión que crece en la región.

Eduardo J. Vior

Por Eduardo J. Vior

El “telegrama aún más largo” sobre el que el gobierno Biden basa su estrategia hacia China es un mal remedo del antecedente de 1946 y lleva a peligrosas confusiones.

La Presidenta Tsai Ing-wen reconoció por primera vez la presencia de tropas estadounidenses en suelo taiwanés.
La Presidenta Tsai Ing-wen reconoció por primera vez la presencia de tropas estadounidenses en suelo taiwanés.

Esta semana se cumplió medio siglo desde que la República Popular remplazó a Taiwán como única representante del pueblo chino ante las Naciones Unidas. El aniversario coincide con el reavivamiento de las tensiones entre Washington y Pekín en torno al futuro de la isla secesionista. Algunos asesores de la Casa Blanca quieren justificar esta estrategia remedando el histórico “largo telegrama” de George Kennan en 1946. Sin embargo, segundas partes nunca fueron buenas.

Confirmando lo que todos sabían y nadie confesaba, la Presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, reconoció el pasado martes 26 por primera vez, en una extensa entrevista con CNN, la presencia de tropas estadounidenses en suelo taiwanés y lo justificó diciendo que la amenaza de Pekín crece "cada día". La última guarnición oficial estadounidense se fue en 1979, cuando Washington cambió el reconocimiento diplomático formal de Taipei a Pekín, aunque el año pasado varios informes en los medios de comunicación insinuaron la existencia de pequeños despliegues que ahora se ratifican.

Entre tanto, Ma Xiaoguang, portavoz de la Oficina de Asuntos de Taiwán en Pekín, reiteró este miércoles a la prensa que Taiwán, como parte de China, no necesita otra representación ante las Naciones Unidas que la que ofrece la República Popular. El alto funcionario agregó que la ONU es una organización internacional intergubernamental compuesta por Estados soberanos y Taiwán no es un país.

"La Presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, reconoció por primera vez, en una entrevista con CNN, la presencia de tropas estadounidenses en suelo taiwanés"


Los comentarios del representante chino se producen tras las declaraciones de este martes del secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, reclamando que la isla debería tener más participación en la ONU.

La declaración de la presidenta taiwanesa y el tuit de Blinken son tanto más provocadores, cuanto que el lunes 25, al conmemorarse los 50 años de la resolución de la ONU reconociendo a la República Popular como única representante del pueblo chino, Xi Jinping dio un discurso definitorio ante autoridades y representantes diplomáticos: “Hoy hace cincuenta años la 26ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó con una mayoría abrumadora la Resolución 2758 y se tomó la decisión de restaurar todos los derechos de la República Popular China en las Naciones Unidas y reconocer a los representantes del Gobierno de la República Popular China como los únicos representantes legítimos de China ante las Naciones Unidas. Fue una victoria para el pueblo chino y una victoria para los pueblos del mundo.”

En su larga declaración el presidente ensalzó el desarrollo soberano de China, su excelente cooperación con las Naciones Unidas y el espíritu del multilateralismo, pero no dijo ni una sola palabra sobre Taiwán, si bien el recuerdo del pasado proyecta una clara línea al futuro.

Desde que el gobierno nacionalista chino se retiró a Taiwán ante el triunfo en 1949 del Ejército Popular de Liberación en la guerra civil, la silla de China en el Consejo de Seguridad de la ONU fue ocupada por un representante taiwanés, pero en octubre de 1971 la Resolución 2758 de la Asamblea General reconoció a la República Popular como "el único representante legítimo de China ante las Naciones Unidas".

Estados Unidos, al igual que muchos países, reconoció a la República Popular en 1979, pero mantiene una política de "ambigüedad estratégica" con la isla en virtud de la Ley de Relaciones con Taiwán del mismo año, que ordena a sus gobiernos a "preservar y promover unas relaciones comerciales, culturales y de otro tipo amplias, estrechas y amistosas entre el pueblo de Estados Unidos y el pueblo de Taiwán".

Bajo la acentuada postura antichina de Trump, Taiwán disfrutó de un mayor reconocimiento y apoyo, así como de un aumento de las ventas de armas. Tras la elección de noviembre de 2020, en tanto, Taipei temía que Biden sustituyera el curso enérgico por la "intensa competencia" de mercado con China.

"La escalada actual comenzó el 3 de octubre, cuando el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, calificó como provocadora la actividad aérea de China cerca de Taiwán"


Sin embargo, las perspectivas académicas de los think tanks militares evolucionan a un ritmo más lento que el de los gobiernos. El equipo de Biden dice que quiere una "competencia controlada" con China, pero envió a China como representante del presidente a Wendy Sherman, la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos. Se trata de una veterana que sirvió en la presidencia de Bill Clinton y en el Departamento de Estado bajo Hillary Clinton y John Kerry. Liberal universalista dura, es la persona perfecta para romper cualquier negociación.

La escalada actual comenzó el pasado 3 de octubre, cuando el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, calificó como "provocadora" la actividad aérea de China cerca de Taiwán. Pekín consideró entonces que Estados Unidos ve a Taiwán como una "nación" separada de China y advirtió que cualquier incumplimiento del compromiso de "una sola China" de 1972 traspasaría la más roja de las líneas rojas. Para subrayar su enfado Pekín desplegó entonces un récord de 52 aviones cerca de Taiwán en un solo día y el Global Times avisó "a los secesionistas de Taiwán y a sus fomentadores que la guerra es real".

Puede que Biden realmente no busque la guerra con China, pero desde el interior de su gobierno están limando paso a paso la política de "una sola China".

Es evidente que las autoridades de la isla llevan mucho tiempo avanzando hacia la plena independencia de China. El presidente Xi, en cambio, está plenamente comprometido con la reunificación de Taiwán con China. Pekín sospecha que el equipo de Biden está llevando a cabo una política encubierta de fomento de la independencia de Taiwán mediante declaraciones que dan la impresión de que Estados Unidos apoyaría un acto unilateral de independencia por parte de Taiwán. Pero China no deja lugar a dudas: eso implicaría la guerra.

En los últimos meses, Pekín ha multiplicado los vuelos de aviones de combate cerca de Taiwán como advertencia al gobierno de Taipei. Pekín también ha realizado recientemente ejercicios de aterrizaje en la playa en su lado del estrecho de Taiwán, de unos 160 km de ancho.

La historia tiene un libreto. A principios de febrero -sólo cuatro semanas después de la toma de posesión de Biden- un senador republicano, Dan Sullivan, miembro del Comité de Servicios Armados, citó ante el Senado la publicación por el Atlantic Council de "The Longer Telegram" (el telegrama aún más largo), un documento de un ex alto funcionario anónimo del gobierno que proponía una nueva estrategia hacia China, diciendo que el gobierno "debe analizar detenidamente" esta propuesta. Según él, EE.UU. está en un momento similar al periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial en el que ideó su estrategia de contención hacia la Unión Soviética.

La referencia histórica pretendía establecer una comparación con el histórico "Telegrama Largo" (The long Telegram) de George Kennan de 1946. En el famoso "telegrama largo", que Kennan envió desde Moscú, se analizaban meticulosamente las debilidades estructurales del modelo soviético y se concluía que la URSS colapsaría bajo el peso de sus propias contradicciones. El Partido Comunista Chino (PCC), sin embargo, ha estudiado durante más de una década "lo que salió mal" en la Unión Soviética y está superando las trampas en las que cayó el PCUS. Si EE.UU. quiere sobrevivir a la competencia entre sistemas que China le plantea, va a necesitar una respuesta política mucho más matizada que la "contención con características chinas" y soñar con el colapso del PCCh.

Este es un caso de continuidad fraguada. El anónimo autor del “telegrama aún más largo” afirma estar adaptando la estrategia de contención a la confrontación con China, pero no comprende el proyecto del presidente Xi, ni el peso que para China tiene su "Siglo de Humillación" (1842-1949). En realidad, el “telegrama aún más largo” presenta una retahíla de afirmaciones y convicciones ideológicas distantes de la realidad. Se trata de políticas idénticas a las que fracasaron en Irán. No aprenden nunca.

Tras la arremetida de Pekín contra la declaración de Ned Price, el asesor de seguridad nacional de Biden, Jake Sullivan, voló urgentemente a Zúrich para reunirse con Yang Jiechi, miembro del Politburó y director de la Oficina de la Comisión de Asuntos Exteriores. Al parecer, Yang y Sullivan hablaron durante casi seis horas sin ponerse de acuerdo en nada. Sullivan insistió entonces en que el cambio climático debía separarse de estos otros puntos y tratarse como un área de cooperación independiente. Sin embargo, lo único "positivo" que surgió de la reunión fue el acuerdo -pero sólo en principio- para que haya una reunión virtual entre Biden y Xi antes de fin de año.

El guión de Sullivan parece sacado directamente del “telegrama aún más largo”: en primer lugar, se basa en la pura ideología de preservar la supremacía de Estados Unidos "para el siglo que viene" y, en segundo lugar, en la fantasía de imaginar que Estados Unidos puede cambiar con éxito la toma de decisiones de los altos funcionarios chinos. Sin embargo, sería un error subestimar el atractivo del “telegrama aún más largo”. Las mentes más agudas de Washington se han centrado en la búsqueda de las mejores formas de mantener el dominio mundial de EE.UU., en tanto sinónimo de intereses estadounidenses, y como la única forma de organizar el mundo. Muchos de los autores de estos argumentos han conseguido altos cargos en el gobierno de Biden.

Representan una nueva y ascendente generación de responsables políticos que pretenden reorientar la política exterior estadounidense en torno a la competencia con China. Pero, si pretenden volver a aplicar las fórmulas de hace 75 años y además no las leen bien, no tendrán mucho futuro, o quizás se lo quiten a la humanidad. Segundas partes nunca fueron buenas.